Volver

Volver es mucho más complicado que llegar por primera vez a un lugar. En mi corta vida me he cambiado de país unas 7 veces. De esos países he regresado a casi todos, o al menos a los que tengo suficientes memorias para sentir que estoy "volviendo."

Ya sea Uruguay, España, Ecuador, Colombia, o Chile, siempre he sentido lo mismo al volver, una mezcla de nostalgia, incomodidad, alegría, y nervios. Nostalgia por lo que ha cambiado y por lo que ya no está. Incomodidad por darme cuenta que no solo yo he cambiado pero muchas personas que vuelvo a encontrar; incomodidad porque parte de mí se siente demasiado diferente a lo que dejé al irme y a lo que encuentro al volver. Alegría al ver que hay cosas que nunca cambian, que hay gente que sigue igual a pesar de lo que ellos digan; alegría de sentir que parte de mi se quedó alli y que al volver me siento más completa. Y nervios, nervios de cómo me recibirán tanto los escepticos que pensaron que núnca volvería como los que esperaban mi regreso. Nervios de no saber cómo reaccionar a los cambios que escuché que ocurrieron pero que no ví por mi misma. Nervios de que al volver ni yo ni los demás vean lo que mi ausencia nos hizo creer.

Como cantó Gardel, quien como yo, "no saben" de donde es:

"Bajo el burlón
mirar de las estrellas
que con indiferencia
hoy me ven volver.

Volver
con la frente marchita
las nieves del tiempo
platearon mi sien.

Sentir
que es un soplo la vida
que veinte años no es nada
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.

Vivir
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo
que lloro otra vez.

Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.

Tengo miedo de las noches
que pobladas de recuerdos
encadenen mi soñar.

Pero el viajero que huye
tarde o temprano
detiene su andar.

Y aunque el olvido
que todo destruye
haya matado mi vieja ilusión,

guardo escondida
una esperanza humilde
que es toda la fortuna
de mi corazón."